Cómo ser una buena anfitriona

¡Qué ganas tenía de que llegara este fin de semana! Y es que viene mi familia a pasar unos días a mi casa, a Madrid, así que eso siempre hace mucha ilusión.

Son esos momentos en los que me encantaría tener una casa mucho más grande, pero no para mí, sino para poder disfrutarlo con los invitados (aunque sean mis propios padres) y tratarlos como se merecen.

Siempre me ha gustado ser anfitriona (no sé si buena…) y recibir gente en casa. Pero claro, no siempre las casas son como las de las revistas o las de la tele donde sacan esos bombones dorados que todos conocemos y que me vuelven loca. Así que hay que conformarse con los recursos de los que uno dispone e intentar dejarlo todo lo más mono y bonito posible.

Pero como de ilusiones se vive, yo hoy voy a soñar despierta y lo voy a compartir con vosotros.

Para ser una buena anfitriona, una de las cosas que no puede faltar es tener un gusto especial para la cocina, sobre todo en la presentación de los platos. Da igual que sea un simple bizcocho o unas galletas de mantequilla, la idea es que quede bonito y que apetezca lanzarse a por ello al instante.

¿Qué no eres una gran cocinera? Pues haces algo sencillito pero bien colocado y presentado y seguro que causas sensación. Para ello hay que tener en cuenta la importancia de los pequeños detalles, nada queda al azar.

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Así que es el momento de sacar esa reliquia de vajilla que nunca usamos (y si cada plato y vaso es distinto mejor que mejor), la tabla de cortar vintage y unas servilletas bonitas; y ya tenemos el atrezzo perfecto para nuestro desayuno o comida.

En esto es experta mi querida Silvia Buján, con unas fotos increíbles de tazas y platos preciosos. ¡Qué suerte que me tocaras de amiga invisible! Porque de esta forma pude colaborar con tu ya famosa colección…

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Por otro lado tampoco podemos olvidarnos de la decoración del resto de la casa. Es cuestión de tenerlo todo bien ordenado y limpio, y de comprar unas flores de temporada para los distintos rincones de la casa.

Hay que crear confort a los invitados, y nada mejor que que se sientan como en su propia casa. Nada de que todo esté impoluto, sino que parezca un espacio “vivido” y con ganas de disfrutar de él.

Si a todo ello le añadimos unas velas, perfumes o algunos libros y revistas para que puedan leer en los ratos libres, el resultado es como el de las siguientes imágenes (al menos en mi imaginación, que como os he dicho, de eso trata mi post de hoy).

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Y si ya después de haberlo preparado todo como se merece tenemos fuerzas y ánimos para más, es el momento de dedicárselo a nosotros mismos: para ser esa perfecta anfitriona que todos tenemos en la cabeza hace falta estar perfecta.

¿O acaso no os gustaría tener un aspecto como éste cuando se está en casa sirviendo la cena? 😉

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Yo, de momento, me quedo recibiendo a mis queridos padres en pijama y zapatillas, pero estáis todos invitados a mi cena imaginaria; y en esa, llevo puesta esa falda de gasa en color nude  y una corona de flores en la cabeza. Que no se diga.

 

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7 comentarios
  1. Mil gracias Mónica, no te puedes imaginar lo que me gusta a mi la vajilla, me pasaría el día comprando cositas aunque el problema viene después cuando ya no sé en donde guardar las cosas. Imagínate la ilusión que me hizo recibir tu regalo, ya te lo dije pero es que realmente me entusiasma.

    Espero verte pronto. Un besito 🙂

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