Las cinco cosas que he aprendido este verano

cosas que he aprendido este verano

Cuando llega el buen tiempo y empiezas a planear las vacaciones, piensas que durante el verano vas a poder hacer muchos planes, muchas cosas, y al final, la realidad es que no te da tiempo a tanto como querías.

Hay cosas que seguro que sí que has podido hacer, pero seguro que muchas otras se te han quedado en el tintero.

Así que como os contaba cuando cerraba el blog por vacaciones, para mi septiembre significa comienzo de curso, y buenos propósitos. Toca echar la vista atrás y valorar lo que hemos vivido.

Y este año  quiero hacer lo mismo, pero resumiéndolo en varios puntos y en positivo, es decir quedándome sólo con las cosas buenas.

Ahí van las cinco cosas que he aprendido este verano. A ver cuántos coincidís conmigo, y qué otras nuevas aportáis cada uno de vosotros.

1. Nada puede sustituir al tiempo de calidad en familia

En el día a día, por culpa de la rutina, los malos horarios españoles, o por lo que sea, nunca disponemos de tiempo para estar con los nuestros, sobre todo los que tenemos hijos.

Así que este verano hemos disfrutado de todos los momentos que hemos tenido juntos. Aunque no fuera en el mejor sitio, o en el más idílico, o en la mejor playa o con las mejores vistas; lo importante es la actitud, y con una actitud positiva y la mejor compañía ese momento se volvía inmejorable.

Martín estuvo una semana malito, y nos prohibieron bañarlo; con lo cual el bajar a la playa lo tuvimos que borrar de nuestros planes. Pero no pasó nada, cambiamos el cubo y la pala por paseos y parque, y todos tan contentos. Hasta disfrutábamos y sobre todo le dejábamos a él disfrutar jugando con el agua del grifo del bidé o con el chorro de la manguera. Porque lo importante era que estábamos los tres juntos, y eso, en Madrid, no pasa todos los días.

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2. La necesidad de tener tiempo a solas, en pareja o con amigos

Y si pueden ser las tres cosas en unas mismas vacaciones, mejor que mejor.

Este verano nosotros hemos tenido esa suerte, porque al viajar con abuelos me he podido echar siestas como hacía tiempo que no lo hacía, nos hemos podido ir de “novios” a cenar por la noche, e incluso hemos salido con amigos.

Pero sólo con alguna de esas cosas ya es suficiente para cambiar de aires, no hablar o pensar en pañales y purés, y no estar pendiente de si duerme o no tu bebé en el carrito.

De vez en cuando se agradece una conversación de adultos. Aunque cuando llegues a casa lo primero que hagas es acercarte sigilosamente a la cunita para ver dormir plácidamente a tu niño. 😉

3. El valor incalculable de los abuelos (o tíos, padrinos, etc…)

Sólo cuando no tienes a tus padres cerca te das cuenta de cuánto los necesitas a tu lado en el día a día. Pero no sólo por ti y por la infinita ayuda que te prestan, sino por esos “años” que les quitas de encima cuando están con sus nietos, y por la carita de felicidad que se les pone a los pequeños (y si no, mirad la carita de la foto de abajo…).

Si ya por un hijo unos padres mueven montañas, lo que hacen por los hijos de sus hijos es como para hacerles un monumento.

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4. Leer es mucho más enriquecedor que mirar el móvil

Hacía tiempo que no me leía un libro entero en un solo mes. Y ya tres libros ni me acuerdo. Este verano lo he hecho, he sacado ese tiempo para mí, y me ha encantado esa sensación de estar tan “enganchada” a algo tan bonito como es leer.

Si me levantaba pronto, en lugar de mirar Instagram o mi correo, cogía el libro electrónico y todavía a oscuras avanzaba en ese capítulo que me tenía tan intrigada. O si Martín se dormía un ratito, volvía a coger el libro en lugar de echarme una cabezadita, y eso, cuando estás de vacaciones, es mucho decir.

De esta forma he podido “desengancharme” un poco de las redes sociales, cultivar un poquito más mi mente, y sobretodo sentirme más satisfecha conmigo misma.

5. Tus raíces. Nunca olvidarte de dónde vienes

La primera semana de vacaciones la pasamos en nuestra tierra, en La Rioja. Hacía mucho tiempo que no estábamos una semana entera allí, sin ser Navidades, o un puente, o una fiesta en la que hay miles de cenas y compromisos.

Esta vez fueron siete días tranquilos, en el pueblo de mis abuelos, ese en el que yo pasaba muchos veranos de mi infancia, y que tan buenos recuerdos me trae. Ese pueblo que en esta ocasión iba a disfrutar mi hijo (aunque él aun no fuera consciente de eso), con sus abuelos, sus tíos, sus tíos-abuelos y su único bisabuelo.

Columpios junto al río, una huerta llena de ingredientes sanos para el puré, verbenas con jotas a todo volumen, toros de fuego, campos con tractores, carreras por la plaza con un martillo de la feria, chichones y tiritas en las rodillas, y carreras por el parque con Lucas, el travieso perro de mi abuelo.

Él ha nacido en Madrid, sí, pero no me gustaría que se perdiera lo que es vivir en una capital de provincias, lo que vivieron sus padres, lo que posiblemente no se enseñe en ningún sitio más que en la calle y en los pueblos.

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Así que si me preguntáis qué tal me lo he pasado este verano, esto es lo que os voy a contar. Estas cinco cosas que he aprendido, y que serán las primeras en añadir a mi lista de recuerdos para no olvidar y para darme cuenta de lo afortunados que somos.

¿Qué has aprendido tú este verano?  Seguro que coincidimos en alguna, ¿a que sí?

 

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5 comentarios
  1. Me encanta todo, y que razón llevas, yo este verano he aprendido mucho, sobretodo de Saioa, me ha enseñado ella a mi muchas, muchas cosas. No he desconectado tanto de IG, pero sí de todo lo demás.
    Un besazo

  2. Todas me parecen genial, yo no he conseguido varias porque pero las pocas que sí, me supieron a gloria!!!! Me alegró mucho pasar un rato contigo en esa visita a casa.
    Muaaa guapa
    Elisa

  3. Bonito post ♥
    Si te digo la verdad, a mí este verano se me ha pasado tan rápido que no me ha dado tiempo a aprender nada (quizás sólo eso: que el tiempo vuela). Dejar de lado las redes sociales de vez en cuando es una maravilla; yo he pasado de leer los tweets casi al momento a revisarlos sólo un par de veces al día.
    Por cierto, ¡Martín está super mayor! Ya no se le ve tan bebecito como antes 🙂

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