Un viaje inolvidable a la Laponia Noruega

Ya estamos en plena Navidad, y eso me trae muy buenos recuerdos. Justo hoy, hace dos años, mi familia y yo vivimos una de las experiencias más inolvidables de nuestra vida: pasar las navidades en el Cabo Norte, o casi, a tan sólo 200 escasos Km del punto más al norte de Europa.

Mi hermano por aquél entonces estaba haciendo un Erasmus en Trondheim, una maravillosa ciudad noruega. Así que nos sirvió de excusa para visitarle y conocer el país que le había enamorado.

Nuestra primera intención era visitar los fiordos noruegos, pero como en Diciembre algunos de ellos están helados, era inviable hacer los cruceros y verlos desde abajo, por lo que nos íbamos a perder muchos de los paisajes increíbles. Así que nos dijimos, pues ya que vamos en pleno invierno al país del frío, la nieve y la naturaleza, ¿por qué no ir a conocer lo más extremo? Así que decidimos ir al norte, pero al norte del norte, es decir, a la Laponia Noruega.

Así que mi función fue investigar en internet y los foros, sobre todo en el de losviajeros.com, donde aprovecho para dar las gracias, ya que en todos los viajes que he hecho siempre han sido de grandísima ayuda, ¡os lo recomiendo! Y es que quería que saliera un viaje a nuestra medida, y organizado por nosotros.

Así que aunque visitamos ciudades tan bonitas como Oslo o Trondheim, sin duda alguna me quedo con la experiencia vivida en Karasjok, la capital sami de Noruega, y situada a tan sólo 200 Km del Cabo Norte.

Allí, en mitad de la nada, nos alojamos en Engholm’s husky, unas cabañas escondidas en un bosque nevado y  rodeadas de una granja con cincuenta huskies, donde su dueño hacía de guía, entrenador de los perros, expedicionario y cocinero.

Allí pasamos cuatro días, con una media de -15ºC, y con luz solar (que no sol) de 10 a 14h. Esas horas eran las que se aprovechaban para hacer las actividades, así que cada día tuvimos una: motos de nieve, visita a una granja de renos, trineos, etc… Pero sin duda alguna, para mí la EXPERIENCIA, con mayúsculas, fue la salida con trineos tirados por huskies.

Cada uno de nosotros llevaba su equipo de cuatro perros, y teníamos que seguir al guía; el cual llevaba sentadita a mi madre, que fue la única que no se animó a dirigir. Y menos mal, porque aquello no era broma. Llegamos a alcanzar una velocidad increíble, y tenías que estar en forma, ya que si te caías, los perros seguían sin ti, y tenías que andar o correr hasta alcanzarlos. Vamos, que me río yo de esquiar. Y a todo esto añádele que hay que sortear ramas de árboles, hacer giros, y cambiar el peso de las piernas que van apoyadas sobre una especie de tablones de madera,…

Así que aunque nos costó cogerle el truco y no fue nada fácil, la experiencia fue la mejor y la más increíble de mi vida, con ese paisaje alrededor y ese sonido de la NADA.

No fue nada turístico, por eso nos gustó tanto. Sólo tres familias, los guías y los perros. Y la naturaleza. Allí pasamos la Nochevieja, entre sauna, nieve y auroras boreales, y la volvería a pasar, porque fue inolvidable.

Así que cuando pienso en la Navidad o en Papá Noel y sus renos, quiero pensar que vienen de allí. Y así esos recuerdos vuelven a mí, año tras año.

 

Si queréis saber más sobre el viaje, no os perdáis el blog que hizo mi hermano contándolo todo sobre Noruega.

 

 

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5 comentarios
  1. Hace 3 navidades me pasé los reyes en tierras de Papá Noël.
    Teníamos una misión dificil… terminar con el gordo barrigudo vestido de cocacola para dar via libre a nuestros queridos reyes! 🙂

    Pero los -30ºC nos complicaron mucho nuestra misión secreta y al final decidimos disfrutar de los paseos con perros, las raquetas de nieve, el esquí de fondo, el hotel de hielo y las auroras boreales.

    Un viaje de ensueño, con unas vivencias surrealistas difíciles de olvidar!

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